Muchos padres de niños con trastorno del espectro autista (TEA) se preguntan, después de realizar una analítica de metales pesados, ¿Cómo han podido intoxicarse sus hijos de elementos tan nocivos como el arsénico, mercurio, el aluminio o el cobre?
Por eso, en este artículo te voy a contar una de las causas que originan más frecuentemente la intoxicación por arsénico.
Pongámonos en contexto
Diversos estudios de salud han demostrado que los metales pesados juegan un papel crucial en el desarrollo de los trastornos del desarrollo neuroconductuales, como el autismo o el TDAH.
Incluso pequeñas cantidades pueden afectar negativamente a la función cerebral. Especialmente los niños son particularmente vulnerables a los efectos neurotóxicos de la exposición a metales pesados porque sus cerebros aún se encuentran en la etapa de desarrollo.
La historia de la industria química está repleta de productos que pensábamos seguros que se han ido retirando tras comprobar su enorme peligrosidad. Estos forman parte de objetos que se encuentran en nuestro entorno más cercano, y que son totalmente desconocidos.
Pero, ¿por qué en niños con trastorno del espectro autista supone un riego aun mayor?
Sobre todo en casos de niños con TEA se ha observado que tienden a chupar constantemente cualquier cosa que tengan a su alrededor, las mangas de la ropa, los lápices, las uñas, las piedras del patio, o casi cualquier objeto que encuentran.
¿Por qué los niños sienten esa necesidad de experimentar con su boca?
La boca es una importante fuente de autorregulación. Recordemos que cuando un bebé comienza a llorar lo primero que hacemos es poner un chupete para calmarlo, o sino, él mismo se chupa un dedo.
Incluso de adultos, quién no juega con un caramelo en la boca o con un chicle. Es una manera inconsciente de regular nuestro sistema nervioso.
Por ello, los padres en general, y muy especialmente aquellos que tienen niños con TEA, deberían de ser muy rigurosos a la hora de revisar la composición química de casi cualquier elemento de la casa o juguete, porque puede estar formado por alguna sustancia tóxica que ponga en riesgo la salud de su hijo.
La mayoría de los maderas están tratadas con inmunizadores que contienen Arsénico
Para proteger a las maderas de agentes físicos o naturales, como es la humedad o el ataque de hongos, se realizan inmunizaciones con agentes químicos que contienen elementos tóxicos.
En concreto se trata de Arseniato de cobre cromatado (CCA), o «Chromated copper arsenate» en inglés, que es un conservante formado por la mezcla de cobre, cromo y arsénico.
Este compuesto puede salir a la superficie de la madera tratada dejando el residuo químico expuesto, de manera que pueda entrar en contacto con la piel de la persona que la toque.
Más del 90% de las estructuras de madera exteriores están tratadas con arsénico, que se pueden encontrar en parques infantiles, estructuras de terrazas o marinas, donde los niveles de arsénico pueden mantenerse altos más de 20 años desde su tratamiento inicial.
Cuando un niño que juega sobre maderas tratadas o toca objetos donde se han aplicado estos agentes químicos, ese toxico entra en contacto con su piel.
Y si posteriormente se llevan los dedos a la boca, entraría dentro de su cuerpecito donde se podría acumular en órganos y tejidos.
Debemos de recordar que los niños no han desarrollado aun una gran capacidad de eliminar cualquier residuo que entra en contacto con ellos, puesto que los órganos implicados en ello están muy inmaduros.
Sabiendo que la investigación que se ha hecho sobre metales tóxicos vincula la intoxicación con arsénico con problemas relacionados con el desarrollo, neurotoxicidad, diabetes, enfermedades pulmonares y cardiovasculares, no queda duda alguna a la hora de relacionar la gravedad de la intoxicación de arsénico y el efecto tan perjudicial que ejerce sobre niños con autismo.