Autismo sin factor genético y Método Katia Dolle

Introducción

En 2013 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) publicó la nueva versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-5. Tras un largo proceso de discusión y análisis, la organización del manual ha sufrido importantes cambios. Por ejemplo, se ha eliminado la clasificación por ejes, y se ha modificado la concepción de un buen número de trastornos, entre ellos el autismo y el resto de trastornos generalizados del desarrollo (TGD). En el DSM-5 desaparecen los diferentes subtipos de TGD. El trastorno autista, el síndrome de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado se fusionan en un único trastorno que pasa a llamarse Trastorno del Espectro del Autismo (en singular). El cambio de nombre trata de enfatizar la dimensionalidad del trastorno en las diferentes áreas que se ven afectadas y la dificultad para establecer límites precisos entre los subgrupos.

Los criterios diagnósticos del Trastorno del Espectro de Autismo (TEA) también se modifican.

Las dimensiones referidas a las alteraciones en la interacción social recíproca y la comunicación y el lenguaje se fusionan en una única categoría, y se reorganizan las áreas de alteración que recogen los síntomas concretos. En el repertorio restringido de conductas e intereses destaca la incorporación de las alteraciones sensoriales como área de alteración.

En busca de conseguir unos criterios diagnósticos más específicos, en ambas dimensiones se incrementa el número de áreas alteradas para considerar que una persona presenta el trastorno. Para que una persona tenga TEA tiene que tener alteraciones en las tres áreas que se incluyen dentro de los déficits en la interacción y comunicación social (reciprocidad socio-emocional, comunicación no verbal y desarrollo, mantenimiento y comprensión de relaciones), así como en dos de las cuatro áreas alteradas en el repertorio restringido de conductas e intereses (conductas repetitivas, insistencia en la invarianza, intereses restringidos o alteraciones sensoriales). Varios trabajos han alertado sobre este cambio, puesto que al aumentar la exigencia en los criterios, algunas personas con TGD con una severidad de síntomas menor, podrían no cumplir los criterios diagnósticos y, por tanto, dejar de tener acceso a los servicios y apoyos disponibles para las personas con TEA.

A la hora de establecer el diagnóstico, el manual exige describir más en detalle algunas características del trastorno. En concreto, hay que describir la severidad de la alteración en cada una de las dimensiones que ahora definen el TEA, así como si la persona tiene discapacidad intelectual, alteraciones en el uso del lenguaje (y su nivel de competencia) o si el trastorno se asocia a problemas médicos, genéticos o ambientales o si tiene algún problema neurológico.

Criterios diagnósticos del Trastorno del Espectro de Autismo (DSM-5)

 

  1. Deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diversos contextos, manifestado por lo siguiente, actualmente o por los antecedentes (los ejemplos son ilustrativos pero no exhaustivos):
  • Las deficiencias en la reciprocidad socioemocional, varían, por ejemplo, desde un acercamiento social anormal y fracaso de la conversación normal en ambos sentidos pasando por la disminución en intereses, emociones o afectos compartidos, hasta el fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
  • Las deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social, varían, por ejemplo, desde una comunicación verbal y no verbal poco integrada pasando por anomalías del contacto visual y del lenguaje corporal o deficiencias de la comprensión y el uso de gestos, hasta una falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
  • Las deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones, varían, por ejemplo, desde dificultades para ajustar el comportamiento en diversos contextos sociales pasando por dificultades para compartir juegos imaginativos o para hacer amigos, hasta la ausencia de interés por otras personas.

Especificar la gravedad:

La gravedad se basa en deterioros de la comunicación social y en patrones de comportamientos restringidos y repetitivos:

  • Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que se manifiestan en dos o más de los siguientes puntos, actualmente o por los antecedentes (los ejemplos son ilustrativos pero no exhaustivos):
  • Movimientos, utilización de objetos o habla estereotipados o repetitivos (p. ej., estereotipias motoras simples, alineación de los juguetes o cambio de lugar de los objetos, ecolalia, frases idiosincrásicas).
  • Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad de rutinas o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no verbal (p. ej., gran angustia frente a cambios pequeños, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales de saludo, necesidad de tomar el mismo camino o de comer los mismos alimentos cada día).
  • Intereses muy restringidos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad o foco de interés (p. ej., fuerte apego o preocupación por objetos inusuales, intereses excesivamente circunscritos o perseverantes).
  • Hiper- o hiporeactividad a los estimulos sensoriales o interés inhabitual por aspectos sensoriales del entorno (p. ej., indiferencia aparente al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicos, olfateo o palpación excesiva de objetos, fascinación visual por las luces o el movimiento).

Gravedad del Trastorno del Espectro de Autismo

La gravedad se basa en deterioros de la comunicación social y en patrones de comportamiento restringidos y repetitivos.

  1. Los síntomas han de estar presentes en las primeras fases del período de desarrollo (pero pueden no manifestarse totalmente hasta que la demanda social supera las capacidades limitadas, o pueden estar enmascarados por estrategias aprendidas en fases posteriores de la vida).
  2. Los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento habitual.
  3. Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual) o por el retraso global del desarrollo. La discapacidad intelectual y el trastorno del espectro del autismo con frecuencia coinciden; para hacer diagnósticos de comorbilidades de un trastorno del espectro del autismo y discapacidad intelectual, la comunicación social ha de estar por debajo de lo previsto para el nivel general de desarrollo.

Nota: A los pacientes con un diagnóstico bien establecido según el DSM-IV de trastorno autista, enfermedad de Asperger o trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otro modo, se les aplicará el diagnóstico de trastorno del espectro del autismo. Los pacientes con deficiencias notables de la comunicación social, pero cuyos síntomas no cumplen los criterios de trastorno del espectro del autismo, deben ser evaluados para diagnosticar el trastorno de la comunicación social (pragmática).

Especificar si:

  • Con o sin déficit intelectual acompañante
  • Con o sin deterioro del lenguaje acompañante
  • Asociado a una afección médica o genética, o a un factor ambiental conocidos
  • Asociado a otro trastorno del desarrollo neurológico, mental o del comportamiento
  • Con catatonía

Actividad de la Fundación Katia Dolle para la calidad de vida y salud de los TEA

El Método Katia Dolle® engloba varias actuaciones en diversos aspectos del TEA anteriormente descritos en el DSM-5 para trabaja en pos de una mayor calidad de vida y salud. Veamos cuáles son en relación a las causas medioambientales hasta ahora demostradas científicamente.

FACTORES MEDIOAMBIENTALES

Desde la Fundación se descarta, mediante el estudio minucioso de la historia clínica del niño y de su madre y de analíticas especializadas, la posibilidad de que el TEA sea causado o esté agravado por factores medioambientales.

Las enfermedades ambientales son enfermedades que pueden atribuirse directamente a factores ambientales (a diferencia de factores genéticos o infección). Además de los verdaderos trastornos genéticos monogénicos, las enfermedades ambientales pueden determinar el desarrollo de la enfermedad en aquellos genéticamente predispuestos a una condición particular. La exposición del niño, ya sea fetal o postnatal, a sustancias tóxicas está relacionado con trastornos del desarrollo neurológicos, entre ellos el TEA.

Veamos uno por uno los diferentes factores medioambientales:

  • ABUSO DE SUSTANCIAS

El abuso de sustancias también llamado abuso de drogas, es el uso de drogas en cantidades o métodos que son perjudiciales para la misma persona u otras. Es una forma de enfermedad relacionada con la sustancia. El abuso de sustancias durante el embarazo puede predisponer a daños neurológicos en el feto. Las drogas asociadas con mayor frecuencia con este término incluyen: alcohol, anfetaminas, barbitúricos, benzodiazepinas, cannabis, cocaína, alucinógenos, metacualona y opioides.

Diversas investigaciones han mostrado que el consumo de cannabis durante el embarazo podría aumentar el riesgo de tener un mortinato, de nacimiento prematuro y de bajo peso al nacer. Ahora, un nuevo estudio ha añadido otro riesgo y ha vinculado dicho consumo con unas mayores probabilidades de tener un hijo con un trastorno del espectro autista.
La muestra incluyó a medio millón de mujeres, de las cuales unas 3.000 afirmaron haber consumido cannabis durante el embarazo. Usando datos de todos los nacimientos en Ontario, Canadá, entre abril de 2007 y marzo de 2012, los investigadores encontraron que las mujeres embarazadas que habían consumido cannabis tenían 1,51 veces más probabilidades (IC 95%: 1,17-1,96) de tener un hijo con autismo que las mujeres que no lo consumieron. Los investigadores observaron de manera específica a 2.200 mujeres que consumieron marihuana pero que no tomaron otras sustancias durante el embarazo.

El consumo de alcohol durante el embarazo también puede desarrollar autismo u otros trastornos del neurodesarrollo al bebé.

De hecho, el consumo de alcohol en pequeñas o grandes cantidades durante el embarazo, incluso de forma puntual, puede provocar el Síndrome Alcoholico Fetal (SAF), en el que entre otros síntomas se incluye la presencia de autismo.

En el caso de la cocaína, esta se asocia a una nutrición empobrecida de las embarazadas que la consumen, limitando el aporte de nutrientes, alterando así el crecimiento fetal y su neurodesarrollo.

El consumo de tabaco durante el embarazo es otro factor de riesgo. Si bien la nicotina es el principal componente del tabaco, este posee además metales pesados como plomo, mercurio, arsénico y cadmio. Estos metales pueden provocar daño neurológico y están asociados a bajo QI, problemas de lenguaje, concentración y memoria. (Braun JM et al. The effect of maternal smoking during pregnancy on intellectual disabilities among 8-year-old children. Paediatr Perinat Epidemiol. 2009)( Mendola et al, Environmental factors associated with a spectrum of neurodevelopmental deficits. Ment Retard Dev Disabil Res Rev. 2002)

Los mecanismos responsables de los efectos dañinos del tabaco incluyen la interacción directa de la nicotina con el receptor del neurotransmisor acetilcolina, impacto en el sistema inmunitario, interferencia con la homeostasis del folato, estrés oxidativo general, alteraciones epigenéticas e impacto del riego sanguíneo placentario.

  • PRODUCTOS QUÍMICOS

Existe una lista de alrededor 200 sustancias químicas que se han identificado como tóxicas para el desarrollo cerebral. Estas sustancias son difíciles de analizar, pues generalmente el organismo logra eliminarlas, pero se puede a posteriori observar el daño secundario a rutas bioquímicas, metabolismo u órganos emuntorios.

Esto significa que la exposición en altas dosis a estas sustancias puede alterar el neurodesarrollo y provocar desordenes como autismo u otras condiciones.

El estudio Grandjean, P., & Landrigan, P. J. (2006). Developmental neurotoxicity of industrial chemicals. Lancet (London, England) pone en evidencia la influencia de factores ambientales neurotóxicos que pueden estar presentes en el aire, agua o alimentos.

Desde el trabajo sobre la salud que relizamos en la Fundación Katia Dolle, se puede descartar a través del estudio de rutas bioquímicas, órganos emuntorios o metabolismo, la afectación del organismo por una posible intoxicación. Algunas madres, en la historia clínica, refieren ellas mismas haber abusado de productos químicos para la limpieza durante el embarazo, como por ejemplo el amoníaco. Otras madres explican haber estado trabajando con pinturas, cosméticos o en laboratorios donde se manejan sustancias tóxicas, durante el embarazo y la lactancia. En la siguiente imagen podemos ver el resultado analítico de un niño varón de un año con una intoxicación por uno de los químicos presentes en la gasolina que afectan muy negativamente al neurodesarrollo.

  • METALES PESADOS

El  envenenamiento por plomo y mercurio se conoce desde la antigüedad. Son mucho más frecuentes de lo que se piensa, ya que la intoxicación puede venir por accidentes domésticos, como termómetros rotos o tragar piezas metálicas con aleación de plomo o tuberías antiguas de plomo en el hogar. Otros metales tóxicos que provocan reacciones inmunes adversas y daño neurológico son arsénico, fósforo, cadmio, manganeso, níquel, platino, teluro, talio, cesio y uranio. Los metales atraviesan la placenta y la barrera hematoencefálica, acumulándose en los cerebros en desarrollo e interactúan directamente a nivel celular a través de varios mecanismos, incluyendo las disrupciones de receptores clave causando especies de oxígeno reactivo. Desde la Fundación Katia Dolle realizamos un trabajo meticuloso para descartar con analíticas de toxicología de alta calidad la posible intoxicación con uno o varios de estos metales pesados, con un trabajo posterior de quelación natural obteniendo resultados muy satisfactorios en cuanto a la evolución neurológica y gravedad del TEA, así como el restablecimiento de las diversas funciones orgánicas dañadas. Hemos observado que una gran parte de las madres son portadoras de amalgamas dentales, cuya liberación se ha vinculado a la severidad del autismo de sus hijos. (Geier et al, A prospective study of prenatal mercury exposure from maternal dental amalgams and autism severity. Acta Neurobiol Exp (Wars) 2009)

Con frecuencia observamos resultados de metales parecidos al siguiente recorte de examen de metales en el que se observa una cantidad de aluminio multiplicada por 23 con respecto a los valores nominales, antimonio por 4,8, bario por 4,7 y berilio por 4. Sumados suponen una carga tóxica de metales pesados 36,5 veces por encima de los valores considerados normales o no tóxicos en un niño de tan sólo 4 años.

En nuestros trabajos de investigación y servicios observamos resultados anómalos de metales pesados en la mayoría de niños con TEA, especialmente los regresivos. Aquí vemos un recorte de analítica dónde se observa un valor de arsénico 8 veces mayor de lo que debería. Se conoce bien el daño neurológico que causa el arsénico y cómo daña, por ejemplo, el área cerebral asociada al lenguaje.

  • HALÓGENOS

Hay muchas otras enfermedades que probablemente hayan sido causadas por aniones comunes que se encuentran en el agua potable natural. El fluoruro es uno de los más usuales que se encuentran en climas más secos, donde la geología favorece la liberación de iones de fluoruro al suelo a medida que las rocas se descomponen. 

La ingesta de fluoruro por mujeres embarazadas se asoció a una reducción en el coeficiente intelectual de sus niños a los 3 – 5 años (JAMA pediatrics). Cinco estudios procedentes de China muestran una disminución del coeficiente intelectual en niños asociado con la exposición al flúor (Lin Fa-Fu 1991; Li 1995; Zhao 1996; Lu 2000; y Xiang 2003 a, b). Algunas madres nos han referido haber tenido accidentes domésticos con niños que han consumido en gran cantidad pasta de dientes fluorada.

  • COMPUESTOS ORGÁNICOS Y PESTICIDAS

Además, hay enfermedades ambientales causadas por los compuestos de carbono aromático que incluyen: benceno, hexaclorociclohexano, diisocianato de tolueno, fenol, pentaclorofenol, quinona e hidroquinona.

También se incluyen los aromáticos nitro-, amino-, y derivados piridilium: nitrobenceno, dinitrobenceno, trinitrotolueno, sulfato de parametilaminofenol (Metol), dinitro-orto-cresol, anilina, trinitrofenilmetilamina (tetril), hexanitrodifenilamina (aurantia), fenilendiaminas, y paraquat.

Los compuestos de carbono alifático también pueden causar enfermedades ambientales. En estos se incluyen metanol, nitroglicerina, nitrocelulosa, dimetilnitrosamina y los hidrocarburos halogenados: cloruro de metilo, bromuro de metilo, tricloroetileno, tetracloruro de carbono y los naftalenos clorados. También se incluyen glicoles: clorhidrina de etileno y dióxido de dietilenglicol, así como disulfuro de carbono, acrilonitrilo, acrilamida, y cloruro de vinilo.

Debido a que desde 2013 según el DMS-V se consideran las intoxicaciones medioambientales una posible causa de autismo, cada vez se están realizando más investigaciones científicas en este sentido. A continuación vemos el resultado de un examen realizado a un niño diagnosticado de TEA de 12 meses de edad y los valores desorbitados de pesticidas acumulados en su cuerpo y, por tanto, en su cerebro.

El autismo se ha asociado a propionaldehído, methyl tert-butyl ether (MTBE), bromoformo, 1,4-dioxano, dibenzofurano y glycol ethers  y la severidad del autismo con disulfido de carbono y clorobenzeno ( Air Toxics in Relation to Autism Diagnosis, Phenotype, and Severity in a U.S. Family-Based Study, Amy et al 2018)

Los estudios realizados demuestran que, a través de mecanismos biológicos, los pesticidas pueden ser un riesgo para el autismo. Existen más de 600 químicos pesticidas y 20.000 productos comerciales pesticidas según sus categorías de insecticida, herbicida, fungicida, repelente, fumigante, etc. Muchos pesticidas actúan sobre el sistema nervioso del insecto y de forma análoga en el sistema nervioso humano.(Nigg HN et al Blood cholinesterases as human biomarkers of organophosphorus pesticide exposure. Rev Environ Contam Toxicol. 2000)

Los pesticidas organofosforados inhiben la producción de acetilcolinesterasa en el cerebro, restringiendo la neurotransmisión periférica y del sistema nervioso central, impactando en la formación de sinapsis, transmisión de los axones, maduración celular y muerte celular programada, y también se han relacionado con el autismo.(Shelton J et al. Tipping the balance of autism risk: potential mechanisms linking pesticides and autism. Environ Health Perspect. 2012)

Estudios basados en población humana han demostrado cierto impacto de los pesticidas en los problemas de neurodesarrollo.(Engel SM et al Prenatal organophosphate metabolite and organochlorine levels and performance on the Brazelton Neonatal Behavioral Assessment Scale in a multiethnic pregnancy cohort. Am J Epidemiol. 2007)

Desde las investigaciones de la Fundación Katia Dolle, hemos observado niveles extremos de pesticidas en algunos niños con autismo, como se observa en el siguiente recorte de resultados analíticos.

Es importante tener en cuenta que el acúmulo de pesticidas aumenta con la edad y que la concepción en edades avanzadas aumenta, en ese sentido, el riesgo de autismo. (Durkin MS et al. Advanced parental age and the risk of autism spectrum disorder. Am J Epidemiol. 2008)

  • GASES NOCIVOS

Los gases nocivos se pueden clasificar como: asfixiantes simples, asfixiantes químicos y gases irritantes. Los asfixiantes simples son nitrógeno, metano y dióxido de carbono. Los asfixiantes químicos son monóxido de carbono, hidrógeno sulfurado y cianuro de hidrógeno.

Los gases irritantes son dióxido de azufre, amoníaco, dióxido de nitrógeno, cloro, fosgeno y flúor y sus compuestos, que incluyen luroína y ácido fluorhídrico, fluorita, fluorapatita, criolita y compuestos orgánicos de flúor.

Algunos de estos gases se sabe que causan estrés oxidativo y respuestas inflamatorias sistémicas, un mecanismo que puede perturbar el neurodesarrollo.

Vivir en zonas de alta contaminación automovilística o de fábricas durante el embarazo puede afectar al neurodesarrollo.

(Levesque S et al. Diesel exhaust activates and primes microglia: air pollution, neuroinflammation, and regulation of dopaminergic neurotoxicity. Environ Health Perspect. 2011)(Calderón-Garcidueñas L et al. Exposure to severe urban air pollution influences cognitive outcomes, brain volume and systemic inflammation in clinically healthy children. Brain Cogn. 2011)(Sunyer J. The neurological effects of air pollution in children. Eur Respir J. 2008)

AGENTES INFECCIOSOS

También existen investigaciones como la de Atladóttir, H. Ó., et al. (2010). Maternal infection requiring hospitalization during pregnancy and autism spectrum disorders. Journal of autism and developmental disorders que encontraron relación entre ciertas infecciones durante el embarazo y el riesgo de desarrollar autismo.

 

ALTERACIONES EN EL MICROBIOMA

La relación entre el microbioma intestinal y el trastorno del espectro autista (TEA) ha eludido a las mentes más brillantes durante más de 20 años. Pero la nueva tecnología ofrece un rayo de esperanza este año 2023.

En un estudio innovador publicado recientemente en la revista científica Nature Neuroscience, los científicos afirman haber establecido una «asociación definitiva» entre los cambios temporales en la composición del microbioma intestinal y los rasgos y síntomas observables de las personas con TEA.

Empleando un algoritmo novedoso, los investigadores profundizaron en décadas de investigación y confirmaron una relación intrincada entre el microbioma intestinal y el TEA, allanando el camino para futuros avances en terapia y tratamiento.

El microbioma intestinal es la comunidad de microorganismos (bacterias «buenas» y «malas») que residen en nuestro tracto digestivo. El equilibrio saludable de estas bacterias juega un papel vital en la digestión, el metabolismo, la función inmune y la salud en general.

Los billones de microbios que colonizan el intestino: regulan las redes neuroinmunes, modifican las redes neuronales y se comunican directamente con el cerebro.

Se cree que la desregulación del microbioma intestinal y la consiguiente alteración del cerebro contribuyen a la patogénesis de los trastornos del desarrollo neurológico, incluido el autismo.

ALTERACIONES EN EL SISTEMA INMUNITARIO

En TEA se han demostrado respuestas inmunitarias anormales en el tejido cerebral mediante una reacción de anticuerpos contra la proteína básica de la mielina y del anti-receptor de neurotransmisor serotonina en el tejido cerebral. Otros datos de laboratorio respaldan la hipótesis autoinmune en la patogénesis del autismo basándose en los hallazgos en el líquido cefalorraquídeo de niveles elevados de autoanticuerpos contra la mielina y anticuerpos serológicos contra el virus del sarampión, lo que respalda la patogénesis autoinmune del trastorno. El Método Katia Dolle se muestra muy favorable a la hora de corregir procesos autoinmunes.

Varios estudios científicos demuestran que las personas con TEA tienen una mayor concentración de citocinas proinflamatorias o una menor concentración de antiinflamatorias. Principalmente, los resultados muestran el perfil de citocinas proinflamatorias en el TEA, que implica una regulación positiva de la IL-1 en relación con la regresión y se asocia con un mayor nivel de IL-5 e IL-17, que participan en la autoinmunidad. Se ha demostrado que otros cambios en los niveles de citocinas en el TEA están asociados con la gravedad, los déficits en la esfera social, el deterioro de las habilidades de adaptación y el desarrollo. Otros estudios han demostrado asociaciones con hiperactividad, letargo e irritabilidad. La IL-6 se asoció fuertemente con la gravedad del TEA y los déficits en la esfera social, así como con una alteración mucho mayor del cociente intelectual en aquellos niños con niveles máximos más bajos. Debido a esto el abordaje natural del sistema inmunitario y esa tendencia fuerte a la inflamación es siempre una prioridad para atender la salud de las personas TEA y mejorar así la severidad de los síntomas.

 

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